- Nadie diría que soy abuela.
- No, todos jurarían que eres bisabuela.
- He vivido junto a ti sesenta años, viejita, y se me han hecho como diez minutos… pero debajo del agua.
- Mamá, tengo pipí y quiero que la abuelita me lleve al baño.
- ¿Y por qué la abuelita?
- Porque a ella le tiembla la mano.
- Doctor, ¿cuánto me queda de vida?
- Diez, nueve, ocho, siete, seis,…
- ¡Viejita! ¡Viejita! Tengo una erección.
- Ay, viejito. Te tengo dicho que no te acuestes con el bastón.
- Oye, viejita. ¿Nosotros somos hermanos, primos o qué?
- O qué, viejito, o qué.
- Yo no quiero ser una carga para mis hijos, viejita.
- Entonces bájate de la espalda de tu hijo.
- ¿Te acuerdas el día que me salió mi primera cana, viejito?
- Sí, viejita. Fue el día que Nerón quemó Roma.
- Viejita, cuando muera quiero donar mis órganos.
- ¿A qué museo?